sábado, 9 de julho de 2016

TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN EN RETROPROSPECTIVA: Notas en torno del reciente Congreso Continental de Teología

El Congreso Continental de Teología concluyó el jueves, dia 11/10/2012, en São Leopoldo – RS. Después de toda una densa siembra de reflexiones y relatos de experiencias de una teología testimonial, así se hizo en esos cinco días de su realización, en un ambiente de confraternización entre centenas de personas (alrededor de 750 participantes!), que vinieron desde diferentes regiones de América Latina y del Caribe, otras da América del Norte y de distintos países de otros continentes. Gente involucrándose en varios espacios – conferencias, paneles, talleres, comunicaciones científicas, celebraciones, en una bien articulada tesitura de ejercicios de memoria y de osadía prospectiva, que se quieren alimentadas por el esfuerzo de la praxis cotidiana a la luz de la fé que brota de la fuerza del Espíritu.
En ese sentido, las propias celebraciones, allí vivenciadas como fuente de inspiración – inclusive la celebración de clausura! – ayudan a confirmar tal percepción, hasta (como es este caso) para quien apenas pudo acompañar “desde lejos” este acontecimiento de reconocida referencia, en el caminar de la Teología de la Liberación y de las comunidades cristianas de base.
No habiendo participado de él físicamente, me empeñé vivamente en acompañarlo como pude: por internet, asistiendo a un número considerable de conferencias e intervenciones (de Agenor Brighenti, de Geraldina Céspedes, de Jon Sobrino, de Pedro Ribeiro de Oliveira, de Jung Mo Sung, de Víctor Codina, de João Batista Libânio, de Maria Clara Bingemer, de Francisco Witaker, de Socorro Martínez y de José Sanchez y Sanchez, de Leonardo Boff, de Fray Betto, de Gustavo Gutiérrez, de Andrés Torres Queiruga, de Peter Phen, de Luiz Carlos Susin, de Eleazar López Hernández (texto), de Sebastião Armando, de Marilú Rojas y Carlos Mendoza Álvarez, de la joven teóloga salvadoreña Mercedes Amador (cf. audio:http://www.ivoox.com/mercedesamador-audios-mp3_rf_1488788_1.html), además del bello relato hecho por la teóloga Socorro Martínez y por el teólogo José Sanchez y Sanchez, de las Jornadas Teológicas preparatorias del Congreso, bien como de las salutaciones iniciales (Dom Demétrio Valentini, de las palabras de bienvenida dirigidas a los presentes, inclusive diversos obispos (católicos, anglicanos) que estuvieron allí, incluyendo nuestro querido Dom José Maria Pires (testigo emblemático de este caminar, antes, durante y después del Concílio Vaticano II, y de figuras históricas como el Pe. José Marins, presente; Sérgio Torres, recordado también en el habla de su amigo fraterno Gustavo Gutiérrez), de algunas celebraciones, de la síntesis leída en grupo, al final del Congreso. Estoy conciente de cuántas cosas se me escaparon: los talleres, las comunicaciones, las charlas entusiasmadas en los pasillos de aquél ambiente…
Trato, aquí, de enfatizar algunos puntos que más me impresionaron, así como algunos desafíos, sin dejar de formular, de paso, algún cuestionamiento, con el propósito de seguir dialogando más allá de este importante acontecimiento; finalmente, este Congreso no se quiere un “evento”, sino más bien un momento de un proceso, como recordaba, a justo título, la teóloga Geraldina Céspedes.
En un congreso con características tan complejas y vastas – geográficas (con trazos de distintas regiones da América Latina y del Caribe, además de delegaciones de América del Norte, de Europa, de Asia…); culturales, de género, de etnia, generacionales, de intensa diversidad temática, trabajada por diferentes teólogos y teólogas conferencistas (casi todos católicos…), participantes de paneles, talleres, con participantes de los más variados segmentos de la Iglesia Católica y de otras Iglesias Cristianas, etc. -, resulta difícil – aún para quien “desde adentro” haya participado – pretender sintetizar dando cuenta satisfactoriamente de la inmensa variedad de hilos allí tejidos. No habiendo participado físicamente de esta experiencia, lo que está a mi alcance proponer, es un breve registro de algunos puntos que más me impactaron, y a partir de los mismos enfatizar algunos cuestionamientos o provocaciones fraternas.
1. De las intervenciones de apertura
En un contexto intra-eclesial de notorias adversidades enfrentadas por la “Iglesia en la Base” – conviene señalar que, a cierta altura, gracias a presiones en contrario, llegó a dudarse de que fuera a realizarse el Congreso (recordar carta-alerta del Pe. José Marins) -, resulta confortadora la presencia, no apenas de Dom Demétrio Valentini, como de diversos obispos, cuya presencia sería señalada, no sólo por Dom Demétrio, sino también en otras hablas, inclusive en la de Leonardo Boff. De ahí la importancia de las palabras iniciales de salutación de Dom Demétrio, expresando solidaridad al Congreso y haciendo memoria del Concilio Vaticano II, comenzando por su figura más recordada, el Papa Juan XXIII.
Hay que enfatizar, aún en lo que se refiere a la apertura, la palabra estimulante del Rector de la UNISINOS, institución anfitriona del Congreso. Fue muy feliz al definir aquel Congreso como una “experiencia de discernimiento eclesial”, para suscitar, a la luz del profetismo, el ejercicio de la hermenéutica tanto del Concilio Vaticano II cuanto de las narrativas de innumerables experiencias eclesiales protagonizadas por distintos sujetos, entre los cuales las mujeres.
Cupo al teólogo Agenor Brighenti explicitar las grandes líneas y los objetivos del Congreso Continental de Teología. En un breve ejercicio retrospectivo de ese caminar eclesial desde el Concilio Vaticano II, pasando por su recepción en América Latina, llamó la atención para el legado de nuestros padres de América Latina (Manuel Larraín, Leonidas Proaño, Helder Câmara, Sergio Arceo, Samuel Ruiz, entre otros), bien como el de nuestros teólogos de la Liberación tanto los de la primera generación (G. Gutiérrez, H. Assmann, Juan Luiz Segundo, J. Comblin, Carlos Mesters, Leonardo Boff, Ronaldo Muñoz, Milton Schwantes, entre otros) como los de las generaciones siguientes. Enfatizó la expectativa de, a partir del ejercicio de la memoria profética y martirial, en América Latina y el Caribe, también la de un esfuerzo prospectivo frente a los desafíos cruciales hoy enfrentados. A propósito de José Comblin, específicamente, le fue dedicado un momento de homenaje especial, por parte de Pablo Richard, Eduardo Hoornaert y Luiz Carlos Susin.
2. Retazos de las conferencias e intervenciones acompañadas: tres realces

2.1. Ideas-fuerza recogidas de las conferencias e intervenciones – 
Del día 7 al día 11, fueron pronunciadas decenas de exposiciones, entre conferencias, paneles, talleres, comunicaciones. No siéndome posible hacer un paseo, aunque fuera rápido, sobre tantas exposiciones, trato de, primero, subrayar algunas ideas-fuerza que recojo en distintas intervenciones; en seguida, elijo tres casos que considero más ilustrativos de las inquietudes más fuertes que me han alimentado – estoy seguro, de tantas y tantos más.
La recepción creativa del Concilio Vaticano II, en América Latina –
He aquí, en efecto, una idea-fuerza bien presente en varias conferencias y paneles (Sobrino, Codina, Gutiérrez, para mencionar apenas estos nombres). No se trató de una implantación o de una implementación del legado del Vaticano II en América Latina. Hubo cuidado, más vale, en recibir la herencia del Concilio con notable creatividad. A este respecto (también aquí), la reconocida fecundidad del método Ver-Juzgar-Actuar desempeñó un papel decisivo. Urgía partir del contexto concreto de los pueblos de América Latina y del Caribe, de sus respectivas culturas, de sus desafíos, de sus dramas, de sus esperanzas, de sus alegrías. Ahí resonaba creativamente el llamamiento de Juan XXIII y del Concilio al “aggiornamento”.
De modo semejante, se dio en otros aspectos, como, por ejemplo, en la renovación litúrgica, en el llamado de refontización, de vuelta a las fuentes. Aquí se enfatizó, por parte de varios conferencistas, con justicia, la relevante contribución de Carlos Mesters junto a las CEBs, en los benditos Círculos Bíblicos, para lo cual fue decisiva la reapropiación por el Pueblo de Dios, en este caso por el pueblo de los pobres latino-americanos, de la Palabra de Dios, que, durante siglos, había sido indebidamente privatizada por la jerarquía. En su intervención, Fray Betto habló de una “eclesiofagia” que se habría operado, en América Latina y en el Caribe, del legado del Concilio Vaticano II… Inclusive en el modo como los pobres pasaron a vivenciar una intimidad más fuerte con la Sagrada Escritura, de ella ejercitando una relectura, a partir de los desafíos de su contexto.
– La centralidad en los pobres del mensaje evangélico – He aquí un punto subrayado en casi todas las hablas relativas a las características fundamentales de la Teología de la Liberación (de Gutiérrez a Geraldina Céspedes, pasando por Sobrino, Codina, Boff, Jung Mo Sung, Queiruga, Libânio y otros y otras). Sobre todo a partir de la Conferencia de Medellín (1968), el Pueblo de Dios en América Latina y en el Caribe, animado por sus pastores y profetas, pasa a protagonizar una historia nueva, inspirada en lo que estaba anunciado, inclusive, en el n. 8 de la Lumen Gentium, de lo que resultó un cambio considerable, inspirado en lo que pasó a llamarse “opción por los pobres”. También aquí será fuerte la contribución de la Teología de la Liberación, desde la formulación de teólogos de la primera generación (José Comblin, Rubem Alves, Gustavo Gutiérrez, Hugo Assmann, Juan Luis Segundo, Ronaldo Muñoz…).
Cabría a la generación sucesora, a partir de las balizas ofrecidas por la generación precedente, potencializar la contribución de carácter más directamente metodológico, a la luz del método Ver-Juzgar-Actuar, de lo que resultarán mejor trabajadas las llamadas mediaciones, no sin una fuerte incursión por categorías más cercanas al Marxismo o en franco diálogo con las ciencias sociales, siempre partiendo de la situación social, económica, política y cultural de América Latina y del Caribe (mediación socio-analítica, en los términos de la formulación de Clodovis Boff), a la luz de la Palabra de Dios, cuyo Espíritu continúa soplando en la historia y en las señales de los tiempos (mediación hermenéutica), e inspirando y suscitando nuevas prácticas, sea en el ámbito social, sea en el ámbito pastoral (mediación práxica).
Gracias a ese ejercicio articulado de esas mediaciones, se observará, en América Latina, una creciente efervescencia de los movimientos y de las pastorales sociales, basadas en lo que se pasó a llamar de “Iglesia en la Base” o, en la expresión de Juan XXIII, “Iglesia de los Pobres”, protagonizando procesos significativos de organización, de movilización y de formación de distintos sujetos colectivos, ejerciendo una creciente influencia en sociedades latino-americanas, sobre todo en Brasil y en América Central.
– El extraordinario impacto del nuevo modo de leer la Biblia – No es por acaso la frecuente remisión de los distintos grupos de participantes del Congreso (de los conferencistas a los panelistas, pasando por las celebraciones) a la fuerza de la Palabra de Dios, al lugar privilegiado de la Biblia, no solamente para teólogos y teólogas. Tampoco se dio por acaso la frecuencia con que era citada una figura emblemática, en la animación de ese proceso: Carlos Mesters, trabajo especialmente potencializado por el amplio apoyo de órganos como la CLAR (Conferencia Latino-Americana de los Religiosos y Religiosas), el DEI (Departamento Ecuménico de Investigaciones, de San José da Costa Rica, del CEBI (Centro de Estudos Bíblicos), de Servicios Koinonía, para mencionar apenas algunos.
Es, en efecto, bastante amplio y reiterado el reconocimiento de la fuerza transformadora de la Sagrada Escritura, trabajada bajo la óptica de los pobres: de las CEBs, de las religiosas insertas en el medio popular, de las pastorales y movimientos y servicios eclesiales (CIMI, CPT, CPO, PJMP, Comisión de Justicia y Paz, CDDHs, MER, ACR, entre otros). A ese respecto, se reúnen bellas historias, inclusive, en el combate a la Dictadura Militar, por parte de esas comunidades, tantas veces interrogadas por la policía de la Dictadura para señalar “quién era el cabeza de ese movimiento”, obteniendo como respuesta: “¡El Evangelio!” o algo similar, como, hace bien poco tiempo atrás, en un Seminario Teológico, en João Pessoa, recordaba Dom José Maria Pires.
– No se trata apenas de una teología da liberación, sino de una Iglesia de la Liberación- He aquí otro enfoque recurrente en distintas hablas. Como ampliamente recordado por tantos teólogos y teólogas de la Liberación, la producción teológica es “acto segundo”, lo más importante es priorizar el proceso de liberación (de los pobres, con los pobres, por los pobres) – acto primero. Para esto debe servir la producción teológica. Y esto no se da sin consecuencias. Una de ellas es la necesaria implicación de quien hace este tipo de teología, en asumir las luchas de los pobres por su liberación. Ahí subyace el compromiso de su práctica política, no solamente de una comprensión intelectual. Pero, aquí hay que reconocer que los avances fueron bien escasos, con excepción de algunas experiencias más densas como, por ejemplo, la que se vivenció en Crateús – CE, con la animación de Dom Fragoso y todo un equipo de agentes pastorales (legas, legos, religiosas, religiosos y ministros ordenados).
– La diversificación temática de la Teología de la Liberación – Los pobres siguen siendo los grandes protagonistas de la TdL. Sólo que los perfiles de los pobres han pasado por una creciente diversificación, superando en mucho el espectro estrictamente económico. Inclusive esta dimensión se encuentra densamente implicada en las demás esferas de la realidad (política, cultural, ecológica, religiosa, ideológica…). A ejemplo de lo que ya había hecho el Documento de Puebla (nn. 31-39), donde están bien descriptos los diversos rostros de os pobres latino-americanos y caribeños, en aquél contexto histórico, la TdL también pasó a reconocer nuevas expresiones de pobres: las mujeres, los pueblos indígenas, las comunidades quilombolas, los migrantes, los pueblos de la calle, el movimiento en defensa de la dignidad de la Tierra como sujeto de derechos, la necesidad de luchar por los pobres como expresión de transculturalidad religiosa, las relaciones homoafectivas, entre otros desafíos. Un ejemplo ilustrativo, en este terreno, ha sido la vasta producción del teólogo Leonardo Boff, entre otros, en el campo de la Ecoteología, tal como la teóloga Ivone Gebara ha pontificado en el área de la Teología Ecofeminista.
2.2. Tres recortes ilustrativos de las hablas del Congreso Continental de Teología 
Reconociendo, desde luego, el grado de arbitrariedad de la elección de estos recortes, enfatizo tres figuras representativas de tres de los grandes aportes del Congreso: un primer caso, que ubico en la continuidad más fiel del legado de la primera generación de teólogos de la Liberación: Víctor Codina; otra figura representativa de la más nueva generación de la Teología de la Liberación: la teóloga Geraldina Céspedes; y una tercera figura que apunta más directamente para el plano del ecumenismo: el teólogo Sebastián Armando, de la Iglesia Anglicana. Esto, para decir lo mínimo, pues otras figuras deberían ser igualmente contempladas, como por ejemplo el habla (tuve acceso solamente en audio, que escuché tres veces) de la joven teóloga salvadoreña Mercedes Amador y el texto del teólogo mexicano Eleazar López Hernández, reflexionando sobre el denso aporte de la teología india.
Geraldina Céspedes – Aún en la primera noche, después de la apertura del Congreso, fue anunciada la conferencia de la teóloga Geraldina Céspedes, religiosa dominicana, nacida en la República Dominicana y actualmente misionando en Guatemala. Una joven teóloga de la tercera generación de la TdL. Estos son los puntos de su habla que más me tocaron:
– grato reconocimiento del legado de los teólogos de la primera generación, haciéndolo con humildad, alegría y, al mismo tiempo, con libertad y autonomía, diciéndose dispuesta también a ensayar una “mirada hacia el futuro”;
– ensaya su mirada hacia el futuro, a partir de los “de abajo”, en medio de quienes vive, como misionaria dominicana, en un barrio pobre de Guatemala: “adonde nadie quiere ir”, dada la situación de militarización y de violencia allí presente; pero es también allí que se encuentra gente alegre, bien humorada, solidaria;
– en nuestra experiencia, podemos encontrar dos tipos de espiritualidad: una que refuerza los valores del Mercado y otra que resiste a los mismos;
– es necesario que tomemos el ejemplo de la creatividad de las mujeres tejedoras, su manera de trabajar distintos hilos de sus historias y de su belleza, tejiéndolos para transformarlos en algo diferente;
– la religión de mercado constituye un desafío para nuestra espiritualidad libertadora, en la medida en que el Mercado todo transforma en mercadería o todo cambia en mercancía.
– La diversidad es otro hilo a tejer en nuestra vivencia: si somos una aldea global, también somos una plural;
– La TdL debe ser instancia crítica, en el sentido libertador, de modo que favorezca el diálogo de la diversidad, de la autocrítica, lo que nos debe llevar a la revisión, a la autocrítica, pues también introyectamos valores colonialistas.
– el hacer teología requiere la capacidad de transgredir/trascender (términos que tienen etimología similar), de desprogramarse, de des-domesticarse, con libertad: “salir de esta domesticación en la que muchas veces se convierten nuestras teologías”;
– para esto, importa que emprendamos una “desprogramación”, una transgresión, que tiene la misma raíz de transcendencia, en el sentido de que seamos capaces de osar cosas nuevas, no seguir solamente lo que está dado;
– empeñarnos, con libertad, por una teología y por una pastoral que nos liberten, sin lo cual podremos transformarnos en pajaritos enjaulados, y la Biblia nos da mucha sustentación en esa dirección, a partir de la pedagogía del samaritano;
– Geraldina propone un quehacer teológico que se inspire en tres valores fundamentales: la ludicidad, la creatividad y la libertad;
– hacer teología con ludicidad, con gratuidad: diferentemente del espíritu de Mercado, en que todo se vende;
– hacer teología como una práctica gozosa, en la perspectiva de la búsqueda de la felicidad, del buen vivir entre las personas y con el Cosmos. Frecuentemente, nosotros los teólogos y teólogas, con nuestro discurso formal, el modo de hablar “ex cathedra”, somos personas muy serias. Ejercitar la ludicidad en el hacer teológico puede ayudarnos a combatir nuestras intolerancias, la pretensión a “la” verdad; esa misma clave de la ludicidad del hacer teológico nos ayuda a ejercer nuestro oficio con humildad, con simplicidad, con más conciencia de la provisoriedad, de que nos dan ejemplo los niños cuando juegan;
– propone, como síntesis, en cuanto a la diversidad de los nuevos sujetos, capaces de tejer una historia nueva, tres cuestiones para dialogar, en busca de un hacer teológico más significativo: tomar en cuenta la biografía de los sujetos, los cuerpos de los sujetos; el tema del poder de los sujetos;
– esto va a implicar en un diálogo inter-generacional, un diálogo intercultural, un diálogo de género, un diálogo ecológico, de modo que podamos percibirnos como un hilo de la trama de la vida;
– otro hilo destacado fue el de la comunicación simbolizada sobremanera por la nueva mídia alternativa, que emerge como un nuevo areópago, en nuestros días; — reitera su expectativa de que este Congreso sea, no un evento, sino un momento fuerte de un proceso de un caminar pastoral y teológico capaz de responder a los nuevos desafíos, por medio de nuestro empeño en “vincularnos”, en hacer comunidad, en no aislarnos ni huír de los desafíos, sino haciendo nuestra la elección de María al visitar Isabel: ¡se vinculó!
Víctor Codina – Partiendo del tema que le fue propuesto, el de reflexionar sobre el caminar de la Iglesia latino-americana, en estos cincuenta años post-Vaticano II, de modo a enfatizar, sobre todo las pendencias, trató Codina de ser reconocidamente didáctico, claro, crítico, propositivo. Ubicó las condiciones históricas socio-eclesiales que desembocaron en el Concilio Vaticano II, subrayando allí la singularidad del Papa Juan XXIII, bien como varios textos del Concilio Vaticano II.
Partiendo didácticamente de la definición del concepto de “recepción”, pasa, entonces, a subrayar la forma creativa como el legado del Concilio Vaticano II fue recibido, en la Iglesia latino-americana, en las comunidades cristianas de base. Diferentemente de lo que se escucha decir sobre una supuesta “implementación” del Concilio Vaticano II en América Latina, lo que, se dio, de hecho, fue una recepción crítica, contextualizada y creativa de su legado.
Es bajo ese impulso que se dará la Conferencia de Medellín, en 1968, cuando se celebra el compromiso con la causa de los pobres, la “opción por los pobres”, que mucho debe al método Ver-Juzgar-Actuar, inspirador de la Acción Católica especializada. En ese denso esfuerzo de recepción creativa del legado del Concilio, las iglesias locales cumplieron importante papel, al ejercitar su condición de sujetos dispuestos al diálogo, con autonomía y con apertura, siempre a partir de la profundización de su contexto histórico concreto: el de un continente marcado por la pobreza, por la miseria, por la marginalización de enormes parcelas de su pueblo.
El gran diferencial que ahí se dio, tiene que ver con un escenario de martirio que allí se agudizaría, para lo cual mucho contribuyó la profundización de la Sagrada Escritura, cuando de ella se apropia el pueblo de los pobres, haciendo una lectura orante, contextualizada y comprometida de la Sagrada Escritura. Altamente relevante la perspectiva desde la cual se parte, desde entonces, para hacer Teología de la Liberación. Lectura orante, críticamente atenta a las señales de los tiempos, solícita a los llamamientos del Espíritu, abierta a las demandas y aspiraciones de los nuevos sujetos emergentes.
Codina fue de los más enfáticos, al llamar la atención para la relevancia y oportunidad de trabajar mejor una Pneumatología, dando así seguimiento al enorme esfuerzo de algunos teólogos, inclusive José Comblin, en esa dirección.
Preguntado sobre la eventual oportunidad de la convocatoria de un nuevo concilio, apuntó, antes, para su preferencia por una Jerusalén II, con la participación del conjunto de las iglesias cristianas.
En breve, Codina se mostró bastante convincente en su análisis, siempre con notable discernimiento y, sobre todo, trayendo cuestionamientos heurísticos como desafíos y tareas al alcance de la Teología de la Liberación, en las próximas décadas, sobre todo por medio de la nueva generación de teólogos y teólogas.
Sebastião Armando Soares – De su habla prefiero recoger pequeños tópicos, como parecía dar a entender, en su concisa y densa intervención.
– Comunión de iglesias locales, con autonomía y abiertas a la unidad con las demás iglesias del mundo, inclusive la que goza de una posición de fraternidad;
– Con respecto al “sensus fidelium” como principio de toda elaboración doctrinaria de la Comunión Anglicana. Esto implica incesante empeño en la construcción del consenso en medio de situaciones conflictivas;
– La inclusividad: actitud de acogimiento de las personas en sus situaciones específicas concretas, en su vasta diversidad;
– tentativa de combinar episcopado y el conjunto de los fieles en las tomadas de decisión;
– ejercicio del espíritu sinodal (obispos, clero, legos y legas)
– autonomía de las iglesias locales e interdependencia con relación a la Iglesia Mundial;
– Inculturación;
– Cinco marcas de eclesialidad:
* el anuncio del Evangelio como fuente de conversión;
* la “koinonía” – convivencia, comunidad fundada en la convivencia;
* formación para la convivencia;
* formación por los sacramentos;
* formación para una Iglesia que sirva para tres coisas:
+ servir a los más necesitados;
+ servir para ayudar a transformar las estructuras injustas;
+ servir para cuidar de los bienes de la creación, lo que implica el cuidado de la Tierra como sujeto de dignidad y de derechos.

3. Puntos de las conferencias que recojo con más entusiasmo y esperanza
– La recepción creativa del Concilio Vaticano II en América Latina y en el Caribe –Llama la atención la fuerza creativa con que fue acogido el mensaje del Vaticano II, en nuestro continente. Aquí se prefirió invertir mucho más en el espíritu del Vaticano II (refontización, Pueblo de Dios, “aggiornamento”, ecumenismo, diálogo inter-religioso, colegialidad, justicia social, derechos humanos…) que restringirse a la letra. Es de esa relectura del aprecio del Concilio por la justicia y por la paz, por ej., en Gaudium et Spes , o a partir del n. 8 de Lumen Gentium, que se va, en América Latina, desembocar en la opción por los pobres (sobre todo en Medellín y Puebla).
El llamamiento a la refontización, a su vez, va a fundamentar para todo un bellísimo caminar de profundización, de familiaridad con la Sagrada Escritura, especialmente por medio de la lectura orante de la Biblia, tan apreciada y tan vivenciada en los círculos bíblicos. No fueron por acaso las frecuentes referencias a Carlos Mesters, en ese sentido. En breve, un ejemplo bastante ilustrativo de esa recepción creativa puede observarse en el mismo Mensaje final del Congreso Continental de Teología, al referirse al buen Papa Juan, en su conocida expresión de Iglesia como “madre y maestra”, los y las participantes recuerdan que la comunidad eclesial camina en ese rumbo, a medida que, primero, se va haciendo “hija y discípula” del Seguimiento de Jesús.
– La fuerza de la memoria histórica del legado de los teólogos de la primera generación – Y aquí, me venía el recuerdo, en conversaciones con Comblin, del enorme esfuerzo que representó – para él y para los demás colegas teólogos – dar cuenta de la enciclopédica colección “Teología y Liberación”, que objetivaba el desarrollo de los diferentes temas reflexionados por la Teología de la Liberación. Proyecto que, como recordaba Codina, implicaba decenas de obras (cerca de cincuenta), contando con unos cuarenta teólogos, actuando en pares, en gran parte. De esa colección, apoyada por decenas de obispos latino-americanos, José Comblin contribuyó con unas tres, en el área de la Pneumatología, en el campo de la Antropología Cristiana y en el dominio de la realidad social (sobre el Neoliberalismo, analizado bajo la óptica cristiana).
– El coraje profético del ejercicio del disenso, en la fidelidad a la causa de los pobres– Aún durante el Concilio, la unidad deseada no se transformó en uniformidad. Ahí se observaba la coexistencia de posiciones, no solamente distintas, sino también a veces antagónicas. Entre las corrientes allí presentes, ¿cómo no recordar a la que fue protagonizada por algunas decenas de obispos comprometidos con la causa de los pobres, como se mostró tan bien en el “Pacto de las Catacumbas”, oportunamente evocado por Jon Sobrino, durante este Congreso Continental de Teología?
También aquí, al mismo tiempo que grandes espacios de entusiasmo y afinidades, se hizo presente el disenso, principalmente entre representantes de la nueva generación de teólogos y teólogas, clamando por espacios más amplios de interlocución, de la cual participen más activamente distintos sujetos emergentes, expresando corrientes nuevas afines de la TdL, tales como las/los jóvenes teólogos y teólogas, la teología indígena, la teología negra, a teología que trabaja la diversidad humana, también en el campo de la homoafetividad, entre otras. Hay que recorrer, aquí, quien sabe, veredas semejantes a las ya recorridas en el dominio de la Ecoteología, que aún puede avanzar considerablemente, sobre todo en el aspecto del acogimiento creativo.
4. Un cuestionamento con/provocativo
Ha de saludarse y acoger, con firmeza, el esfuerzo prospectivo externado en algunas hablas, tanto de teólogos de la primera generación (a ejemplo del propio Gutiérrez, instigando a los teólogos y teólogas de la nueva generación a proseguir el camino, con el deseable rigor teórico-metodológico (El propio Codina también apunta en esa dirección). En ese sentido, concluyo estas líneas con un cuestionamiento marcado por la esperanza:
¿Que actitudes e iniciativas concretas podemos esperar de aquellas y de aquellos teólogos/as (de la primera y de las nuevas generaciones) en relación al esfuerzo también combliniano (como lo reconoció y subrayó Víctor Codina) en la perspectiva de que se sigan profundizando y ampliando las investigaciones en el campo de la Pneumatología, bajo la perspectiva de la TdL?
Aquí importa registrar que a esos caminos José Comblin dedico más de tres décadas de trabajos, culminando con una media docena de densos textos (su libro-esbozo O Espírito no Mundo data, como se sabe, ¡de 1978!), de tal modo que su libro póstumo (que está siendo presentado en estos días) también está dedicado a esa misma inquietud.
João Pessoa, 20 de octubre de 2012.

Traducción: Rolando Lazarte

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